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Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, de David Foster Wallace

“He oído a americanos adultos y boyantes preguntar en el mostrador de Atención al Cliente si hay que mojarse para bucear, si el tiro al plato tiene lugar al aire libre, si la tripulación duerme a bordo y a qué hora es el Buffet de Medianoche. […] Me han cuidado de forma absoluta, profesional y tal como me habían prometido de antemano. Con humor sombrío he visto y he registrado todas las modalidades de eritema, queratosis, lesiones premelanómicas, manchas de la vejez, eccemas, verrugas, quistes papulares, panzas, celulitis femoral, varices, postizos de colágeno y silicona, tintes baratos, trasplantes capilares fallidos. Es decir, he visto casi desnuda a un montón de gente a quien habría preferido no ver en ningún estado parecido a la desnudez. Me he sentido tan deprimido como no me sentía desde la pubertad y he llenado tres cuadernos Mead intentando averiguar si era por culpa de los Demás o Mía.”

 

Más de una vez he leído por la blogosfera reseñas muy positivas de la novela más famosa de Foster Wallace, La broma infinita. Sin embargo, cuando fui decidido a comprarme la edición de Debolsillo me acobardé ante la longitud del libro. Ahora, con exámenes y, consecuentemente, con poco tiempo para dedicar a la lectura, no me convienen novelas largas ya que me enganchan y luego no estudio. Por eso creía postergado mi estreno con el autor. Sin embargo el destino quiso que leyera una reseña del blog Armada Invencible de esta obra en la que comentaba lo muy divertida -y corta- que era. Esa era mi oportunidad. A la que pude acudí a la librería y hou os traigo Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer.

El negocio de los cruceros ha recibido mucha caña estos últimos años: la muerte de cinco pasajeros de un crucero en un simulacro que se llevó a cabo en La Palma (2013), el siniestro del crucero italiano Costa Concordia (enero 2012)… Cualquiera se va de crucero hoy por hoy. Seguramente todos los altos cargos en las empresas de cruceros sueñan hoy con los años 90, cuando se vivió el boom de estos negocios. Por aquel entonces todos querían ir en cruceros de lujo y ahorraban durante años enteros para permitirse el lujo de desconectar y relajarse unos días en estas ciudades flotantes. Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer es el diario de las impresiones de Foster Wallace cuando se embarcó de forma retribuida a bordo del Zenith, un crucero de siete noches por el Caribe, en 1995.

“¿Un diario sobre sus experiencias a bordo de un crucero de lujo no parece un poco aburrido por ser una novela?” Pues no, la gracia del libro es que Foster Wallace consigue convertir un viaje que para toda la humanidad sería relajante y perfecto para desconectar de la rutina en una pesadilla en el que critica al crucero, al servicio, a los tripulantes, a los amos y a la empresa de cruceros. Lo hace como si de un trabajo periodístico se tratara, analizando cada cosa que experimenta a bordo del Zenith. Además, no duda en criticar también al prototipo de turista americano de los años 90.

A través de un humor muy ágil desarrolla a lo largo de la narración una critica a la sociedad y al capitalismo ciego y despiadado. No estamos ante un ensayo o un ataque mordaz y directo sino ante un libro divertido que entrelíneas se puede leer la disconformidad del autor en algunos aspectos que observa en el crucero y, en ocasiones, hasta vergüenza de estar a bordo de éste. No os penséis que este genio ha aprovechado la idea de explicar sus impresiones a bordo del crucero para analizar la humanidad, la vida y otros elementos filosóficos. Simplemente comenta lo que observa con un punto divertido que hace que, en algunas escenas, me viera obligado a detener la lectura de lo que llegaba a reír. Además Foster Wallace no nos da humor fácil y barato sino un humor inteligente y muy bien combinado con las descripciones.

El libro se divide en trece capítulos sin título e irregulares. En el primero hace un divertido discurso de sus vivencias a bordo del Zenith utilizando el pretérito perfecto compuesto y frases cortas. Digno de mención es también el último capítulo que ocupa casi la mitad del libro y relata en él todo un día en el crucero, dividiendo la narración por horas. Puntos de la historia en los que acabé llorando de la risa fueron el interés inaudito que demuestra tener el autor en los retretes aspiradores del crucero, las conversaciones de Trudy y Esther, el discurso del egocéntrico Scott Peterson ante su mujer y el propio Scott Peterson.

Aunque no puedo negar que me ha gustado, no ha acabado de conectar conmigo en ningún momento. Sí que tiene sus momentos graciosos pero me parecieron escasos por las 154 páginas del libro (pueden parecer pocas pero cuando un libro se te hace pesado de leer puede hacerse eterno). Al final solo deseaba acabar con el libro y despedirme de una vez por todas de la mesa 64, el Megacrucero de Lujo 7NC y el Restaurante de Cinco Tenedores Caravelle. En mi opinión el autor incorpora demasiados detalles sin importancia en la narración que, al menos para mí, acabaron por hacerse tediosos.

La segunda cosa que no me acabó de gustar fue -y soy consciente que esta característica está presente en toda la obra de Foster Wallace, especialmente en La broma infinita– el abuso de notas a pie de página. ¡Media historia son notas a pie de página, y a veces muy largos! Se vuelve molesto detener la lectura para leer una larga -aunque a veces muy divertida- nota a pie de página y, una vez leída, volver al punto en el que dejaste la narración y reencontrarte. Al menos a mí no me acabó de convencer este aspecto.

En conclusión, Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer es un divertido relato sobre las experiencias del autor en un crucero de lujo que, a través de un humor crítico y un cinismo corrosivo, consigue convertir un viaje relajante en horripilante. Tiene sus momentos extremadamente divertidos pero se detiene demasiado en detalles insulsos que pueden aburrir al lector.

 

Título: Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacerAutor/a: David Foster Wallace.
Título original: A Supposedly Fun thing I’ll Never do Again
Editorial: Debolsillo. Nº páginas: 154. Precio6,95€

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El dibujo de la cabecera es “Un crucero”, para Genios 769. Color de los personajes de Fere Duelli.
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20 Comments

  • MeriiXún
    Posted 27 de mayo de 2013 at 10:12 am

    Tiene pinta de ser divertido y entretenido, me lo apunto para echarle aunque sea una ojeada 🙂
    un besazo!

  • Ithil
    Posted 27 de mayo de 2013 at 10:26 am

    “¿Un diario sobre sus experiencias a bordo de un crucero de lujo no parece un poco aburrido por ser una novela?” Has leído mi mente jajaja. Dios es justamente lo que estaba pensando.
    Fíjate que los libros con crítica social me suelen gustar mucho, sobre todo con toques de humor despiadado e irónico. Y si ya me dices que no es un humor sencillo sino que está bastante elaborado, todas mis esperanzas de irme de aqui sin apuntar el título mueren.

    Eso sí, al igual que mencionas lo que te ha gustado que es algo que me llama mucho la atención; lo que no te ha gustado de la novela también me echa para atrás. Lo de las notas a pie de página me parece incomodísimo. Como me quedo en un punto intermedio de interés, iré a buscarlo a la biblioteca, cuando saque un rato, para darle una oportunidad por lo menos.
    Besos

  • Mari
    Posted 27 de mayo de 2013 at 11:04 am

    Paso, es cierto que es corto y que se le en menos de lo que canta un gallo pero la trama aunque parezca tronchante no me llama nada aunque gracias por la reseña no lo conocía.

  • Marilú CuEnTaLiBrOs
    Posted 27 de mayo de 2013 at 11:26 am

    Pues ahora con los pies más en tierra yo tengo el libro para leer en algún momento. La verdad es que una lectura cuando se hace tediosa resulta abominable, espero que no sea tan cuesta arriba en mi caso. Gracias por la reseña. Un beso

  • Isa
    Posted 27 de mayo de 2013 at 12:13 pm

    No conocía al autor, pero me ha gustado mucho lo que cuentas, así que lo buscaré. Seguro que también le pondré los mismos peros que tú, a mi tampoco me hacen gracia las notas a pie de página, pero confío en que predomine lo divertido sobre lo pesado.

  • Nuno
    Posted 27 de mayo de 2013 at 1:12 pm

    Es peculiar, no había visto nada parecido nunca. Lo leeré, aunque lo de las notas a pie de página desanima un poco

    Nuño
    blogdelecturadenuno.blogspot.com.es

  • Nina
    Posted 27 de mayo de 2013 at 1:23 pm

    Hombre el fragmento que pusiste me ha encantado. Realmente! creo que si lo leere!

  • Emma Bovary Locaporleer
    Posted 27 de mayo de 2013 at 1:51 pm

    Quería estrenarme con este autor, pero creo que no será con esta obra, pues si se vuelve tediosa no tiene ninguna gracia, por muy graciosa que sea en otros momentos. Besos.

  • albanta
    Posted 27 de mayo de 2013 at 2:36 pm

    A mí esta obra, ya desde la portada, no me llama nada la atención. Aunque me ha gustado el fragmento que nos has regalado.

  • Offuscatio
    Posted 27 de mayo de 2013 at 6:44 pm

    Yo también sigo postergando mi estreno con DFW. Tengo ya algunas novelas suyas en mi biblioteca, así como la recopilación de entrevistas, pero me acobardo. Creo que, sobre todo, tengo miedo de que no me guste tanto como a los lectores que me lo han recomendado. Gracias por compartir la reseña. Un abrazo,

  • mientrasleo
    Posted 27 de mayo de 2013 at 7:48 pm

    Me encanta este autor. Es un hombre que tiene un regusto de mala leche que hace que se me antoje irresistible.
    Y en este libro no podía ser menos, incluso es capaz de cruzarlo de anotaciones a pie de página y que me parezcan entretenidas en lugar de cortarme la historia.
    Me duró un rato
    Besos

  • Azalea Real
    Posted 27 de mayo de 2013 at 8:59 pm

    Llámame rara, pero nunca me han llamado los cruceros. No creo que lo lea, aunque me pica la curiosidad, no te creas… 🙂

    Besos.

  • Shorby
    Posted 27 de mayo de 2013 at 9:06 pm

    La verdad es que el título llama la atención un montón =)
    Es un autor que no he leído, pero lo tengo pendiente!

    Besotes

  • Margari
    Posted 27 de mayo de 2013 at 10:00 pm

    Me parece que mi estreno con este autor no sería con esta obra, que por lo que cuentas, no termina de llamarme la atención.
    Besotes!!!

  • Meg
    Posted 28 de mayo de 2013 at 7:49 am

    Yo también quiero estrenarme con el autor, pero no con este libro 🙂

  • Tizire
    Posted 28 de mayo de 2013 at 9:44 am

    Quiero iniciarme con el autor, pero aunque este libro me parece simpático, no creo que lo elija como primera opción. Aunque me quedo con tu opinión, genialmente expuesta. 1beso!

  • Marisa G.
    Posted 28 de mayo de 2013 at 11:31 am

    Vaya pues tu estreno no ha sido precisamente muy fructuoso. Menos mal que el libro era cortito. Quizás con un título así esperabas mucho más. En fin, estas cosas ocurren. Besos.

  • Ro.
    Posted 12 de junio de 2013 at 7:47 pm

    Pues al comienzo de la reseña me estaban entrando unas ganas enormes de hacerme con el libro y leerlo. A la conclusión de la misma, ya no son tantas las ganas, jejeje.
    Al menos era un libro cortito y no has sufrido mucho.
    Saludos.

  • calledelorco
    Posted 7 de mayo de 2018 at 2:25 pm

    Me permito transcribir un fragmento del libro que me dejó pasmado. Saludos Jan.

    “Hay algo insoportablemente triste en los Cruceros de Lujo masivos. Como la mayoría de las cosas insoportablemente tristes, resulta increíblemente elusivo y complejo en sus causas y simple en sus efectos: a bordo del Nadir -sobre todo de noche, con toda la diversión organizada, la amabilidad y el ruido del jolgorio- me sentí desesperar. La palabra se ha banalizado ahora por el exceso de uso, desesperar, pero es una palabra seria, y la estoy usando en serio. Para mí denota una adición simple: un extraño deseo de muerte combinado con una sensación apabullante de mi propia pequeñez y futilidad que se presenta como miedo a la muerte. Tal vez se parezca a lo que la gente llama terror o angustia. Pero no acaba de ser como esas cosas. Se parece más a querer morirse a fin de evitar la sensación insoportable de darse cuenta de que uno es pequeño, débil, egoísta y de que, sin duda posible, se va a morir. Es querer tirarse por la borda.”

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