Uno de los debates más interesantes que ha salido de la cuestión de la independencia de Cataluña, una región de España, ha sido la lucha entre la ley y la justicia. Unos esgrimen que la ley, aprobada a través de un proceso democrático, es la única fuente de derechos y legitimidad, otros alegan que, por encima de la ley, hay valores e ideas fundamentales como la democracia, la justicia y los derechos humanos que se deben defender por encima de ella y sus procesos si éstos impiden su aplicación. Sin entrar en el fondo político del tema, este es un interrogante filosófico que ha hecho correr ríos de tinta a lo largo de la historia de la literatura, pero quizás el primer personaje literario en enfrentarse a este dilema fue una mujer. Y se llamaba Antígona.
El año 442 a.C. Sófocoles, una de las figuras más destacadas de la tragedia griega, adaptó el mito de Antígona en una obra teatral que se sitúa justo después de la que fue la otra obra cumbre del poeta, Edipo Rey. En esta tragedia Creonte, el rey de Tebas, decreta la prohibición, bajo pena de muerte, de enterrar a su sobrino Polinices, quien se había sublevado contra él. Aunque esta prohibición contradice la ley de los dioses de enterrar a todo muerto, independientemente de lo que hicieran en vida, nadie osa contradecir la orden del rey excepto Antígona, hermana del difunto, quien decide enterrar a Polinices, aun sabiendo que morirá por ello.
Hace más de dos mil cuatro cientos años que Sófocles escribió esta tragedia, pero muchos de sus temas son totalmente vigentes a día de hoy. En primer lugar, la valentía de una mujer de oponerse sola a un sistema patriarcal en la que las mujeres solo podían ver, oír y callar. En este sentido, lo opuesto a Antígona es su hermana Ismena, quien, aun siendo la leal confidente de la protagonista, hermana del vejado cadáver y consciente de la injusticia que se está cometiendo, no concibe contradecir las ordenes del rey porque para ella las mujeres son “incapaces de luchar contra hombres“. En segundo lugar, el dilema entre obedecer la ley real (hoy la ley civil) o la ley divina (hoy la justicia y la piedad). El severo rey Creonte representa la implacable ley real, emanada de los humanos, mientras que Antígona defiende una ley superior, la ley divina, la que procede de los dioses. Por último, también está presente en la obra el lado más oscuro de la victoria. El rey Creonte ha vencido a Polinices, pero lejos de saciarse con el triunfo y la corona, su rencor y su sed de venganza lo llevan a no enterrar a su propio sobrino, negándole el reposo y el honor.
“Porque no ha surgido entre los hombres institución tan perniciosa como el dinero. El dinero destruye las ciudades, el dinero expulsa a los hombres de sus casas, el dinero trastoca las mentes honradas de los mortales y las induce a entregarse a acciones vergonzosas. Es él quien enseña a los hombres a tener picardías y a cometer impiedades de todo género.”
También hay implícitas en la tragedia otros dilemas, como el de Hemón, el hijo del rey y prometido de la protagonista, quien debe decidir si contradecir a su padre, poniendo en peligro su vida y su futuro como rey de Tebas, o apoyar a su prometida y a su propia idea de lo que es justo.
Todos los personajes de Antígona representan algo diferente -la autoridad ciega, la resignación, el inconformismo, el feminismo, la piedad, el amor y la humanidad- y, a raíz del cuerpo inerte de Polinices, chocan entre ellos, creando dilemas vitales, atemporales e imprescindibles que derivan en el trágico desenlace.
“No he nacido para compartir el odio, sino el amor”.
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La pintura de la cabecera es “Antígona dando el entierro a Polinices”, de Sébastien Norblin (1825), que retrata el crimen de Antígona.
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Título: Antígona.
Autor: Sófocles.
Traductor: Luis Gil Fernández.
Título original: Ἀντιγόνη.
Editorial: Penguin clásicos.
Páginas: 144.
Precio: 7,95€
ISBN: 9788491050780.
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- Romeo y Julieta, de William Shakespeare.
2 Comments
Con tinta y letras
¡Hola!
Anda, pues a mí me tocó leerlo en literatura universal hace medio año, y es un libro que hemos podido ir comparando con otras muchas obras más actuales, nos ha dado mucho de sí. No es un libro especialmente entretenido, es un libro para fijarse en la relaciones entre personajes y reflexionar. No es tuvo nada mal, me pareció una lectura interesante.
¡Nos leemos!
Lua.
Ana
Una obra que he conocido más en profundidad recientemente gracias al teatro. Cambia el escenario, pero los dilemas siguen siendo los mismos. Un abrazo.