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Crimen y castigo, de Fiódor Dostoievski

Querida A.,

En la última carta que te mandé te hablaba de una pequeña novela de Stefan Zweig llamada Miedo. Hay un momento de esa historia en la que la protagonista reflexiona sobre la opinión de su marido, un reputado abogado, en relación a un hombre que fue condenado por un robo que había cometido tres años atrás. “En su opinión, el castigo llegaba a destiempo, ya que después de tres años no se podía decir que el hombre fuera el autor de aquel crimen. Se castigaba a otro hombre y se le castiga además doblemente, después de pasar tres años prisionero en las mazmorras del miedo, con la permanente inquietud de que un tribunal le declarase culpable.” El mismo abogado opina que “el miedo es peor que el castigo, porque éste es algo determinado y, por severo que sea, no se puede comparar con el temor que despierta en nosotros lo incierto, una tensión espantosa, que no conoce límite“.

Stefan Zweig admiró mucho a Fiódor Dostoievski, lo consideraba “el mejor conocedor del alma humana de todos los tiempos”, y a su obra maestra, de la que te hablaré en esta carta, “una de las cimas de la literatura universal”. Crimen y castigo, la novela más famosa del escritor ruso, está dividida en seis partes y un epílogo. En ella conocemos a Rodión Raskólnikov, un atractivo y soñador estudiante de San Petersburgo que ha tenido que suspender sus estudios en la universidad por la miseria en la que vive. Raskólnikov lleva tiempo planeando asesinar a una vieja y amargada usurera que realiza empeños a gente sin recursos, entre ellos al mismo protagonista, imponiendo intereses abusivos. Poco a poco Rodión va viendo en ese asesinato un acto de justicia y la solución a todos sus problemas, tanto personales como económicos. Así, cuando se le presenta la oportunidad perfecta comete el asesinato.

«Debido a su baja estatura, el golpé le alcanzó en plena coronilla. Gritó, aunque muy débilmente, y de repente se derrumbó, si bien aún tuvo tiempo de llevarse las manos a la cabeza. Aún sujetaba la «prenda» en una mano. Entonces Raskólinikov volvió a golpear, una vez, dos veces, las dos con el lomo y las dos en la coronilla. La sangre manó como de un vaso volcado, y el cuerpo se derrumbó, quedó tendido boca arriba. Raskólnikov dio un paso atrás, dejó que su víctima cayera e inmediatamente se inclinó sobre su rostro: ya estaba muerta. Tenía los ojos desencajados, como si quisieran salírsele de las órbitas, y la frente y toda la cara estaban contraídas y deformadas por un espasmo»

Aparentemente todo sale bien, ha sido un crimen perfecto, no ha dejado rastro. No obstante, el miedo a ser descubierto y acusado, a que aparezca una prueba incriminatoria, a que la gente vea en él el terrible acto que ha cometido lleva al protagonista a un solitario martirio.

Crimen y castigo era para mí una de esas lecturas que vas atrasando porque sabes que te va a encantar, que te va a obsesionar, que te va a cambiar como lector y como persona. Y ha cumplido todas las expectativas. Me he encontrado con una novela con personajes inolvidables e intensos diálogos, que me ha mantenido las emociones a flor de piel. He sentido el miedo y la angustia del protagonista, la persecución de su propia sombra. He sufrido su soledad despiadada. Leer Crimen y castigo ha sido una experiencia impresionante.

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Una vez el protagonista comete el asesinato de la vieja prestamista- narrado de forma bestial, desgarradora y descarnada- intenta seguir con su vida, pero todo ha cambiado, está alerta, no confía en nadie. Sin embargo, Dostoievski no limita esta obra maestra a su protagonista, a esa tortura de delirio, terror e incomprensión a la que se somete, sino que introduce a muchos personajes de una complejidad y una profundidad sencillamente impresionantes que roderán a Rodión.

Mis libros favoritos son aquellos cuyas páginas te marean por la intensidad de lo que se narra, por estar sufriendo en propia piel lo que lees, por estar cambiando algo en ti, que te ayudan a comprender algo esencial. Crimen y castigo es uno de estos libros. No quiero contarte más de lo que sucede en la historia, no quiero contarte nada más de sus personajes, del estilo del autor, de sus recursos narrativos ni, por supuesto, de su impresionante final. Lee este clásico. Esto es todo lo que te puedo decir: léelo.

Atentamente,

Jan Arimany.

*

9788490653517_1Título: Crimen y castigo.

Autor: Fiódor M. Dostoievski.

Traducción: Fernando Otero.

Título original: Преступле́ние и наказа́ние.

Editorial: Alba.

Páginas: 640.

Precio: 12€

ISBN: 9788490653517.

He estado en: San Petersburgo.

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2 Comments

  • Paseando entre páginas
    Posted 28 de marzo de 2018 at 6:35 am

    Hum, no es un llibre que m’hauria plantejat llegir, tot i ser tan conegut, però m’ha agradat l’argument que planteja, es una reflexió interessant. L’única pega que hi veig és que son moltes pàgines, i encara que diguis que es intens i que hi ha molts diàlegs, no m’acaba de semblar un llibre d’acció, que és com més m’agraden a mi (i ja sé que tu ets més de llibres intimistes, així que…). Però ho pensaré 😉

  • Manuel Márquez
    Posted 9 de junio de 2020 at 3:38 pm

    ¡Hola! Interesante reseña. Desde mi punto de vista, Dostoievski plantea algunos temas de corte filosófico sumamente complejos. Por ejemplo, la teoría de Raskolnikov acerca de los hombres excepcionales, aquellos sujetos que por su misma excepcionalidad contaban con una autoridad moral superior a la del resto de seres humanos, lo que los posicionaba (éticamente) por encima del vulgo. Además, el susodicho vulgo (según la teoría del joven Rodion) estaría conformado por individuos obedientes, ovejas incapaces de salirse del rebaño, y que si en algún momento lo hacían, por la naturaleza vulgar que los constituía, volverían al mismo. En la novela, se pone el ejemplo de Napoleón Bonaparte (por citar uno, ya que también son mencionados Licurgo, Newton o Kepler), un sujeto que con tal de cumplir su fin -no menos excepcional que él- de conquistar Europa, le era lícito asesinar prisioneros en el África, utilizar medio millón de soldados en la retirada de Moscú o matar al duque de Enghein. De hecho, la motivación de Raskolnikov a la hora de asesinar a Aliona Ivanovna no era salir de su deplorable situación económica (cosa que fue dicha al principio del epílogo) sino comprobar si él pertenecía a este selecto grupo de hombres, teniendo por fin excepcional erradicar a un parásito, quitarle un peso de encima a la sociedad (la vieja usurera). Por otra parte, podemos distinguir en Raskolnikov un cierto estado patológico (en el sentido griego de la palabra, en el sentido de “pathos”) que lo hace contemplar el precipicio, la oscuridad y sus matices, siendo transmutados estos “entes” en estados febriles, actitudes neuróticas o consideraciones de suicidio (por lo que recuerdo, en una caminata, Rodion se paró en frente de un lago y pensó arrojarse, solo que al final se decantó por seguir con vida). En ese sentido, cuando Rodia ya estaba sumido en el deterioro absoluto, conoce a Sonia Marmeladov, hija del sr Marmeladov, un exconsejero público con serios problemas de alcoholismo (y uno de los personajes más putrefactos de la historia de la literatura). Esta chica, que se volvió prostituta para mantener a la segunda familia de su nefasto padre (lo que irónicamente contrasta con su ferviente fe católica), es en realidad una representación de como la fe y el amor pueden calar hondo y salvar incluso al criminal más perverso y detestable. Creo que si observamos a otros personajes tan o más sórdidos que Raskolnikov (Luzhin, Svdrailigov, etc) nos daremos cuenta de que todos estos acabaron de mala manera, no alcanzaron la redención, ya que no tuvieron a una Sonia que los aliviase y reformase. También, pienso que hay otros puntos interesantes que expondré de forma breve:
    -La disociación del yo, que se escinde (como el bastón de Mr Hyde al asesinar al sr Carew) en un yo esencial y básico, y un yo más relacionado con el “epifenomeno”, es decir, un yo que se desprende del yo primario, que tiene un carácter secundario y que de cierta manera no afecta la sustancia primordial. Ahora, ¿Qué sucede con esto? Que de alguna forma, Raskolnikov no solo se separó de la sociedad rusa, sino que se separó de si mismo, dando origen al mencionado yo secundario, un yo criminal que entró en tensión con el yo esencial, una tensión que afectó fisica, moral y espiritualmente a Raskolnikov. La cosa es que este “segundo yo” nace con la respuesta que da Rodia a su remordimiento después de haber asesinado a Aliona (y a Lizaveta, ojo, que el crimen fue doble), tratando de excusarse en que no cometió un homicidio, sino que salvó a la sociedad de lidiar con un agente parasitario. Entonces, esta justificación llega a ser tan fuerte que se trasnocha en un “yo criminal” que Raskolnikov mantiene separado de su “yo constitutivo”, lo que a su vez conlleva a una escisión sustancial. Pero el tema es este, José Ferrán Mora, un filósofo y ensayista español, dijo algo como que la experiencia humana con la muerte estaba ligada una convicción de “tener que morir”, de saberse mortal (cosa que Iván Ilich aprendió en las últimas) y asumirlo. En este caso, la experiencia humana con la criminalidad está íntimamente ligada a la convicción de “tener que aceptar lo criminal” (en el caso de los malhechores, lógicamente) para poder optar por la expiación. En ese contexto, Rodion debía revertir el suceso cismático interior para saberse criminal y poder expiar su pecado, y en ese punto entra Sonia, la epítome de la aceptación y la entereza melancólica, que ayudó a Rodion a reconciliar su sustancia, ir a la comisaría y confesarle a Ilia Petrovich (el oficial con el que tuvo problemas al principio de la historia) que era culpable.
    -Otro punto interesante es la muerte de Svdrailigov, mediante ese suicidio espectacular frente al edificio militar. Para ser conciso, Camus pensaba que el suicidio no era la solución para enfrentar el absurdo filldtifio, ya que no acaba con el problema, solo lo evitaba. En este caso, Svdrailigov se enfrenta a su perversa esencia, que lo llevó a abusar y matar a una niña sorda, a colapsar a un sirviente, de tal manera que este termine con su vida, a asesinar a su esposa y a acosar a la bella Dunia (la hermana del protagonista) cuando esta le servía. El señor, después de una pseudo-expiación, a través de una inquietante experiencia onírica en la que tiene un acto de benevolencia con un niño famélico, no soporta su ser y pone término a su vida. Cómo dije, no resuelve el problema, solo lo evita.
    -La escena de Katerina Marmeladov en las últimas, obligando a sus hijos a que canten y toquen unos instrumentos… es totalmente penosa, y su muerte tísica es igual o más patética que la de su marido (y mira que este murió a lo Pierre Curie, aplastado por caballos).
    -La tensión que experimenté durante el diálogo de Porfirio Petrovich (el juez de instrucción, tío de Razumijin) en la oficina del mismo fue impresionantemente intensa (sobretodo cuando iba a salir el sujeto que interceptó a Rodion por la calle y lo acusó de asesino).
    -La escena onírica del caballo me hizo replantearme la naturaleza de la sociedad humana, siendo que a veces tenemos delirios de superioridad y cometemos atrocidades con tal de mantener ciertas pantallas sociales (otra cosa que Ilich descubrió en las últimas), cosa que ocurrió con el papá de Rodion.

    En fin, tremenda obra, súper recomendable.

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