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El príncipe, de Niccolò Maquiavelli

Querida A.,

El mundo se halla en el caos. La mayor potencia mundial es gobernada por un hombre inestable, cruel y demagogo, Europa, que nunca ha dejado de ser una tierra con más intereses que habitantes, incapaz de reaccionar de forma rápida y contundente ante nada, aún no se acaba de creer la salida de los británicos de la Unión, Corea del Norte amenaza entusiasmada con armas nucleares capaces de destruir gran parte de nuestro planeta, la primavera árabe, lejos de seguirle el verano, dio paso a un gélido y largo invierno, el despiadado líder de Rusia acaricia la oportunidad que estaba esperando, la oportunidad para devolver a su patria el resplandor que tuvo una vez. España misma está más dividida que nunca, gobernada por inútiles corruptos y con su democracia, su constitución y su sistema puestos en evidencia. Pero no te voy a hablar de política, suficiente tenemos día tras día viendo el telenoticias. Sin embargo, es evidente que, después de la relativa calma que hemos vivido en los últimos años, se acercan tiempos aciagos gobernados por líderes maquiavélicos.

¿Qué significa ser maquiavélico? La Real Academia Española lo define como “astuto y engañoso”. Es estar dispuesto a todo para conservar el poder, es ser manipulador, despiadado y calculador. El poder por el poder. Como medio y fin a la vez. Seguramente para Maquiavelli el mejor líder actual sería Putin (al menos aparentemente) y su serie favorita Juego de Tronos (siendo su personaje favorito Petyr Baelish). ¿Pero quién fue ese hombre que ha conseguido introducir su apellido como adjetivo en tantos idiomas?

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Niccolò Maquiavelli vivió en Italia entre 1469 y 1527. Hijo de abogado, creció en el seno de una familia culta y de orígenes nobles pero venida a menos. Fue diplomático y funcionario público por periodos intermitentes debido a la inestabilidad política que reinaba en Italia en aquellos años, con los Médici perdiendo y recuperando el poder del estado. En 1512 fue despedido, detenido y torturado por, supuestamente, formar parte de una conspiración contra los Médici. En su celda de la cárcel de San Casciano escribió El príncipe, su obra más conocida, que dedicó a Lorenzo II de Médici. Incluso ya en libertad le envió una copia, que fue menospreciada por el tirano.

 

“Ciertamente no podemos llamar virtud ni talento al asesinato de sus conciudadanos, a la traición a sus amigos, a carecer de palabra, de piedad, de religión. De este modo se puede conquistar el imperio, pero no la gloria.”

El príncipe es un tratado político en el que Maquiavelli inmortaliza el que, dice, es su mayor tesoro: “el conocimiento de los hechos de los grandes hombres, que he adquirido mediante una larga experiencia en las cosas modernas y una continua lectura de las antiguas“. De forma muy concisa pero ilustrando cada consejo con ejemplos históricos de líderes que alcanzaron la gloria y líderes que cayeron víctimas de sus errores, Maquiavelli disecciona los diferentes tipos de principados (o monarquías) que existen, cuáles son sus puntos fuertes y sus puntos débiles y cómo gobernarlos, cómo organizar sus ejércitos, en quién confiar y en las virtudes que todo buen príncipe debe tener. ¿El príncipe debe ser generoso o parco? ¿Debe ser cruel o compasivo? ¿Qué es mejor, ser amado o temido? ¿Un buen príncipe debe ser siempre fiel a su palabra?

“Porque puede decirse de los hombres que, por lo general, son ingratos, volubles, taimados, hipócritas, miedosos ante el peligro y ávidos de ganancias. Mientras las favoreces, como dije anteriormente, están todos a tu alrededor, te ofrecen su sangre, sus bienes, su vida e incluso a sus hijos cuando la necesidad está lejos, pero cuando la necesidad llega, te dan la espalda.”

Pero a estas alturas ya te habrás preguntado por qué te deberían interesar unos consejos  escritos en el siglo XVI para ser un buen monarca, por muy buenos que sean, estando en el siglo XXI y no siendo reina. Al igual que un tratado militar, El arte de la guerra, de Sun Tzu, actualmente es uno de los libros más leídos por directivos y empresarios, muchos de los consejos que contiene El príncipe son aplicables a nuestra realidad. Las recomendaciones de Maquiavelli no sólo son sobre liderazgo, cualquier lector aprenderá grandes verdades en esta rápida lectura. ¿Acaso te es del todo ajeno el siguiente fragmento?

“Los hombres, en general, juzgan más por los ojos que por las manos; porque todos pueden ver, pero pocos tocar. Todos ven lo que pareces ser, pero pocos comprueban lo que eres; y estos pocos no se atreven a oponerse a la opinión de muchos, que cuentan con la autoridad del estado para protegerlos”.

He dejado el libro lleno de frases subrayadas y notas en sus márgenes. Los consejos de El príncipe nunca perderán su vigencia, porque el ser humano nunca dejará atrás el ansia de poder. Sea el poder sobre un estado, una compañía o un equipo, este anhelo innato es el que ha acabado con tantos sistemas utópicos que ingenuamente creyeron ser capaces de separar el alma humana de esta sed. Así, mientras exista el poder, mientras exista el liderazgo, El príncipe, obra que da origen a la ciencia política moderna, será leído y releído. Y si algún día la humanidad consigue separarse de este afán, muchas de las reflexiones de Maquiavelli seguirán siendo totalmente aplicables, como cuando defiende que no existen las buenas y las malas decisiones. Todas pueden salir mal:

“La prudencia consiste en saber conocer la calidad de los inconvenientes y elegir el menos malo como bueno”.

Atentamente,

Jan Arimany.

P.S. Una vez, antes de que hubiera leído este libro, vi uno de los fragmentos que he incluido en esta carta en el correo electrónico de despedida de un compañero de trabajo. No creo que Maquiavelli fuera un hombre frívolo, pero no desviaba la mirada ante la parte oscura del alma humana, un líder no puede permitirse ser ingenuo e ignorar la injusticia y la crueldad que le son propias a toda sociedad, pues tiene el deber de resistir sus constantes embistes para llevar adelante sus proyectos.

*

_visd_0000JPG020MFTítulo: El príncipe.

Autor: Niccolò Machiavelli.

Traducción: Pilar González Rodríguez.

Título original: Il principe.

Editorial: Navona.

Páginas: 156.

Precio: 21€

ISBN: 9788417181161.

 

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3 Comments

  • MónicaSerendipia
    Posted 3 de abril de 2018 at 8:52 am

    Creo que todos los historiadores caemos rendidos a los pies de este libro cuando lo descubrimos en nuestros años universitarios. Pero ahora que leo tu reseña, creo que también debería ser de lectura obligada en todas las licenciaturas. Personalmente, una de las posesiones más preciadas de mi biblioteca es la edición anotada por Napoleón Bonaparte que tengo de “El príncipe” 😉 Ahí lo dejo. Un beso.

    • Librería Llera Pacios
      Posted 11 de abril de 2018 at 1:48 pm

      Estoy de acuerdo con el comentario de Mónica. Yo también descubrí la edición anotada por Napoleón durante la carrera de Historia. Solamente añadir, para quien pueda estar interesado, que es la edición publicada en la Colección Austral de Espasa Calpe. Un libro de bolsillo económico y fácil de encontrar en las librerías de segunda mano.

  • lector entusiasta
    Posted 18 de mayo de 2018 at 11:03 am

    Saludos! Sí, igual que “el discurso del método” de Descartes, este libro debería extenderse para su estudio a muchas otras disciplinas. Es curioso lo que pasa con el Príncipe, pero simbólicamente acepta mucha más lecturas que la sociopolítica. Excelente edición, por cierto.

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