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El señor presidente, de Miguel Ángel Asturias

«Los pordioseros se arrastraban por las cocinas del mercado, perdidos en la sombra de la Catedral helada, de paso hacia la Plaza de Armas, a lo largo de calles tan anchas como mares, en la ciudad que se iba quedando atrás íngrima y sola. La noche los reunía al mismo tiempo que a las estrellas. Se juntaban a dormir en el Portal del Señor sin más lazo común que la miseria, maldiciendo unos de otros, insultándose a regañadientes con tirria de enemigos que se buscan pleito, riñendo muchas veces a codazos y algunas con tierra y todo, revolcones en los que, tras escupirse, rabiosos, se mordían.»
No he podido elegir un momento mejor para estrenarme con la obra de Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel de la Literatura guatemalteco. Uno, porque efectivamente me hallo en Guatemala. Dos, porque buscaba una lectura compleja y profunda. Tres, porque estaba muy interesado en la figura de Manuel Estrada Cabrera, ya que en la emblemática torre de Sololá, donde vivo, se puede leer su nombre. Hoy os traigo la que muchos dicen que es su obra maestra: El señor presidente, de Miguel Ángel Asturias.

La historia arranca en el portal del señor, en el centro de la ciudad, donde los mendigos pasan la noche. Uno de ellos, el Pelele, se entrega a una especie de frenesí cada vez que recuerda a su fallecida madre, y todo el mundo acostumbra a burlarse del pobre desgraciado diciéndole “madre” cuando pasan por su lado. Esto mismo hace el coronel José Parrales Sonriente, uno de los militares más leales al presidente, cuando pasa al lado de un agotado Pelele, que reacciona repentinamente y cegado por su locura asesina al coronel. Este hecho desencadena todo lo que va a suceder a lo largo de la novela, pues los mendigos, testigos de los hechos, son coaccionados por la policía para que acusen al general retirado Eusebio Canales y al abogado Abel Carvajal del asesinato de Parrales Sonriente.
A pesar de que no se revele el escenario es imposible no adivinar que se trata de Guatemala, cuya capital nos es presentado como una ciudad oscura, silenciosa y aterrorizada por la autoridad del señor presidente y sus secuaces. Aunque todos los personajes tienen su espacio, sin lugar a dudas el protagonista es Miguel Cara de Ángel, el asesor confidencial y favorito del señor presidente, “tan bello y malo como Satán”, que sufre un cambio drástico cuando se enamora de Camila, la hija del acusado general Eusebio Canales, ahora enemigo del presidente. Este cambio de la lealtad ciega a la devoción y el amor por Camila es sencillamente extraordinaria, una de las proezas más bellas que he podido gozar en la literatura.
Pero no nos olvidemos del señor presidente, un personaje omnipresente en el libro. Aunque apenas aparece tres veces en el libro, su presencia se percibe en todo momento por el terror que despierta su figura en todos los ciudadanos. No se le llama por su nombre en la novela, pero está inspirado en Manuel Estrada Cabrera, que fue presidente de Guatemala del 1898 al 1920. Pasó a la historia como un presidente cruel, que se mantuvo en la presidencia mediante elecciones fraudulentas, no toleró ningún tipo de oposición y ordenó numerosos crímenes políticos, torturas y fusilamientos a sus opositores. El señor presidente, al no ser nombrado, ni saberse ni donde vive ni cuando duerme y aparecer tan poco en la novela se presenta como una especie de deidad maligna. 
El estilo del autor es sumamente descriptivo y detallista. La historia avanza a un ritmo lento, pero muy rico a la hora de expresar los sentimientos de sus personajes, cuyos dilemas, temores y anhelos quedan perfectamente definidos. Cuando uno lee a Asturias siente la exaltación de la palabra y, aunque al principio cuesta un poco de adaptarse a una manera de escribir tan diferente, cuando uno finalmente se adapta a él, es una maravilla.
En conclusión, un libro complejo -como todos los que conforman la obra de Miguel Ángel Asturias- pero extraordinario. Aunque al principio cuesta un poco -especialmente si se trata del primer libro que uno lee del autor-, debido a la lentitud con la que avanza la narración y el detallismo exagerado, en un momento determinado el lector le coge el tranquillo y se entrega a esta historia oscura, dura y con personajes extraordinarios. Totalmente recomendable para los lectores valientes y pacientes.

Fotografías tomadas en la entrada del Palacio Nacional de Guatemala.





8 Comments

  • Margari
    Posted 29 de octubre de 2015 at 4:00 pm

    Una reseña fantástica para un muy buen libro. Aunque hace años que lo leí y lo recuerdo poco. Se merece una relectura.
    Besotes!!!

  • Neus
    Posted 29 de octubre de 2015 at 4:25 pm

    mmmm típico libro tuyo que a mi no me llama NADA x)
    un beesito

  • Nina
    Posted 29 de octubre de 2015 at 6:24 pm

    me lo anoto para leerlo 😀

  • Agnieszka
    Posted 29 de octubre de 2015 at 7:07 pm

    Yo también lo leí hace años y recuerdo que me pareció muy oscuro y complejo. A lo mejor debería releerlo.
    besos

  • amparo puig
    Posted 29 de octubre de 2015 at 9:09 pm

    No estoy ahora para historias oscuras y duras pero lo tendré en cuenta. Por cierto, ¿no estabas en Canadá?

  • Jan Soleràs
    Posted 30 de octubre de 2015 at 1:27 am

    Hola Amparo! ¡Sí! Es que la reseña la escribí cuando estaba en Guatemala y estos meses estoy vaciando el fondo de reseñas que tenía sin publicar 😀 😀
    Besos

  • Shorby
    Posted 2 de noviembre de 2015 at 12:13 pm

    Pues aunque lo pintas muy bien, creo que de momento lo dejo pasar =)

    Besotes

  • Trackback: Crimen y castigo, de Fiódor Dostoievski – Trotalibros

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