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La impaciencia del corazón, de Stefan Zweig

“¡Compasión, muy bien! Pero hay dos clases de compasión. Una, la débil y sentimental, que en realidad sólo es impaciencia del corazón por liberarse lo antes posible de la penosa emoción ante una desgracia ajena, es una compasión que no es exactamente compasión, sino una defensa instintiva del alma frente al dolor ajeno. Y la otra, la única que cuenta, es la desprovista de lo sentimental, pero creativa, que sabe lo que quiere y está dispuesta a aguantar con paciencia y resignación hasta sus últimas fuerzas e incluso más allá. Sólo cuando uno llega hasta el final más extremo y amargo, sólo cuando uno tiene la gran paciencia, puede ayudar a los hombres. ¡Sólo cuando se sacrifica a sí mismo, sólo entonces!”


De los escritores que hasta el momento he tenido oportunidad de conocer y leer, Stefan Zweig es de los que más me han sabido acercar a la intimidad de las personas, a sus volubles emociones, a sus incoherencias y contradicciones innatas. Zweig sabe acercarse a la parte de nosotros que nos hace humanos, al amor descontrolado, a la envidia, el sentido de equidad, la vanidad, el deseo… Y, al fin, después de mucho resistirme, he leído la única novela que escribió este fantástico autor. La impaciencia del corazón (antes traducida como La piedad peligrosa) se atreve a ahondar en una de las emociones humanas más complejas, maravillosas y, tal y como demuestra esta novela, bajo según qué circunstancias, funestas: la compasión.

Conocemos al teniente Anton Hofmiller cuando es invitado al castillo de un magnate húngaro, Lajos von Kekesfalva. Estamos en los albores de la Gran Guerra, los soldados aún vírgenes de la muerte y la destrucción saborean el placer de sentirse jóvenes y bellos, son héroes uniformados que se encuentran para jugar a las cartas en los bares y a enamorarse de las hermosas mujeres de la ciudad. Hofmiller, que reúne las cualidades y los defectos de la juventud -bondadoso, idealista, inocente e inseguro- llega a la fiesta en la mansión de Kekesfalva y en seguida se deja llevar por el bienestar generalizado, el lujo ilimitado, el delicioso festín, las risas constantes, la amabilidad de los demás asistentes de la fiesta y, finalmente, por el baile. Embriagado por la felicidad que se respira en el ambiente encuentra a la hija del magnate, Edith, sentada en un rincón del salón ensimismada por el baile de la muchedumbre, se acerca a ella y la invita a bailar. Edith, aturdida, se tambalea, cae al suelo y llora desconsoladamente. Hofmiller se despierta de su sueño, no sabe qué hacer. No sabía que la hija de von Kekesfalva, quien lo había honrado invitándole en su castillo, sufre parálisis crónica.

El teniente abandona la fiesta sintiéndose miserable y desdichado, maldiciendo su facilidad a la hora de meter la pata, las repercusiones de su poca sensibilidad. Y a partir de esa noche, de esa fiesta, de ese baile, empieza a moverse siguiendo la impaciencia de su corazón, esa compasión descontrolada que le despierta la joven Edith. La visitará cada vez más, sintiéndose culpable por la inmerecida fortuna que tiene de poder caminar, correr, bailar, montar a caballo, mientras ella no puede salir de su habitación, se siente fea, inútil, desgraciada, maldecida. Así, el teniente entra en el remolino de la piedad, y sin poder evitarlo despertará en Edith sentimientos que no había previsto. Hofmiller descubrirá el lado funesto de la compasión.

“Es verdad que en el mismo momento en que me asalta este extraño impedimento sé también que tal penitencia es necia e inútil. Sé que es absurdo renunciar a un placer porque se le niega a otra persona, prohibirse una alegría porque alguien es infeliz. Sé que a cada instante, mientras reímos y bromeamos tontamente, en alguna parte alguien agoniza y muere entre estertores en la cama, que detrás de mil ventanas acechan la miseria y el hambre, que hay hospitales, canteras y minas de carbón, que en fábricas, oficinas y prisiones innumerables personas están sometidas en todo momento a un trabajo de esclavos y que en nada les alivia las penas el que otro se mortifique sin sentido. Tengo muy claro que si alguien quisiera empezar a imaginarse las miserias que se dan simultáneamente en este mundo, se le truncaría el sueño y se le borraría la sonrisa de los labios. Pero nunca es el dolor imaginario e imaginado el que consterna y anonada, sino que sólo el que el alma ha visto realmente con ojos compasivos es capaz de perturbar de verdad.”

Este libro me ha dejado sin palabras. Una vez más Zweig, desde la primera hasta la última página, consigue entrar en el rincón más íntimo de mi alma y analizar las emociones, que los humanos les ponemos nombre -soledad, nostalgia, felicidad, compasión- sin detenernos a pensar en su tremenda complejidad, tan insondable como el universo, tan independiente e indiferente a nuestros pensamientos como la gravedad. Esta vez Stefan se centra en la piedad. Muchas son las ONG, las campañas solidarias o incluso los spots publicitarios que utilizan este sentimiento -y no la solidaridad- como el único capaz de erradicar las injusticias de la sociedad, como el que nos une a todos los seres humanos de la Tierra. Darle pan a quien no tiene de qué comer, darle la mano a quien se ha caído. La piedad de Miguel Ángel, la piedad que aprende Scrooge en la navidad dickensiana. Pero Zweig decide darle la vuelta, enseñarnos que la piedad no es un camino de rosas. La piedad, y todos los abogados y médicos lo saben, se tiene que saber suministrar, porque sino puede ser funesta, tanto para el que la siente como para quien la inspira.

“Los peores males de este mundo no son los causados por la maldad y la brutalidad, sino los causados por la debilidad”

Es tan magnífica esta reflexión a la que el lector asiste a través de los humores cambiantes del vacilante teniente, tan impecable lo que aprende a través de sus desvaríos y de las fatales consecuencias de sus actos, empujados solo por ternura y misericordia, que al final poco importa la historia en sí. Os la podría resumir en un párrafo, la complejidad no se halla en los hechos, sino en los sentimientos que mueven a sus personajes. En este sentido me recordó a la película Inside Out, de Disney. Película que, por cierto, me encantó y os recomiendo encarecidamente. Los hechos se reducen a una niña que se muda, no le gusta el nuevo entorno y decide huir de casa. Sin embargo, lo que realmente importa no es esto, sino lo que sucede en su interior, sus sentimientos, que la empujan a tomar estas decisiones. No hay diálogo del doctor Condor que no haya subrayado.
“Los sanos, los seguros, los orgullosos, los satisfechos, los alegres, no aman… ¡No lo necesitan! reciben el amor sólo como un homenaje que se les ofrece, como una obligación que se les debe, arrogantes e indiferentes. Aceptan la entrega de otros como un mero atributo, un adorno en el pelo, una pulsera en el brazo, y no como el sentido y la felicidad de su vida. Sólo a aquellos que el destino ha golpeado, los azorados, los postergados, los inseguros, los feos, los humillados, se les puede ayudar verdaderamente con el amor. Sólo ellos saben amar y ser amados como se debe amar: con gratitud y humildad.”

Lo único que me ha fallado, y que evita que le ponga cinco estrellas, es el final. Un final indigno de la genialidad de Stefan Zweig. Y no falla por el fondo, sino por la forma. Después de salir de la exaltación de tan extremos sentimientos, después de leer más de cuatrocientas páginas hermosas, muchas de las cuales no olvidaré nunca, parece que Zweig se haya despertado de su propia historia hambriento y fatigado, y decida ponerle fin con prisas y de mala manera, con una simpleza inusual en él, para ir a comer algo y echarse una siesta. 
La impaciencia del corazón es uno de los mejores libros que he leído de Stefan Zweig. Sin perder la intensidad de sus relatos cortos, adquiere una complejidad imposible de alcanzar en menos páginas. La única novela de Zweig se centra en las dos caras de la compasión, y contiene un ensayo tan bien elaborado, tan impresionante, que poco importa la historia en sí, aunque igualmente es brillante. El final, que a mi parecer no está a la altura, no quita la perfección de todo lo demás. Lectura muy recomendada.
“Nadie sentirá compasión por la víctima de su compasión.”

13 Comments

  • Neus
    Posted 7 de febrero de 2016 at 8:35 pm

    Le tengo más ganas a Zweig aunque no te lo creas.. así que a parte del de tu lista, es muy posible que lea este u otros.. 🙂 me gustó mucho su narrativa
    un beesote

  • Reich TheCure
    Posted 7 de febrero de 2016 at 9:01 pm

    ¡Hola!
    En cuanto he entrado en mi “Escritorio Blogger” y he leído entre las últimas entradas “Stefan Zweig”, no me ha hecho falta más para saber quién estaba detrás jajaja
    Como siempre, me ha encantado tu reseña y las citas que has escogido, sobre todo la tercera.
    ¡Un saludo!

  • Ana
    Posted 7 de febrero de 2016 at 9:21 pm

    Lo estoy leyendo ahora. Solo he leído tu reseña por encima a la espera de terminar de leerlo. Por ahora fantástico. Saludos.

  • Margari
    Posted 7 de febrero de 2016 at 11:09 pm

    Totalmente de acuerdo. Uno de los mejores libros que he leído de Zweig hasta ahora. Increíble como perfila a los personajes, como refleja todos sus sentimientos, sus emociones, sus dudas…
    Besotes!!!

  • Paseando entre páginas
    Posted 8 de febrero de 2016 at 11:45 am

    No conocía el libro pero me han gustado las citas. Gracias por la recomendación^^

  • Alejandra
    Posted 8 de febrero de 2016 at 1:39 pm

    ¿Estás seguro de que es la única novela de Zweig? Perdona, no soy una experta, pero trabajo de voluntaria en una tienda de libro de segunda mano y paseando entre estanterías me topé con un libro de Zweig (Autor que conocía por la biografía de Maria Antonieta y el libro de Carta de una desconocida) cuyo título es The post office girl (traducido al español como La embriaguez de la metamorfosis). De ahí que me sorprenda cuando dices “única”novela. Quizás no conozcas esta. Un saludo!

  • Diana
    Posted 8 de febrero de 2016 at 5:13 pm

    “Los peores males de este mundo no son los causados por la maldad y la brutalidad, sino los causados por la debilidad”, guau. Quiero vivir y morir al mismo tiempo. XD Esta frase me ha llegado profundamente. No había encontrado nada parecido… Y lo descubro en una de tus reseñas. No lo olvidaré. Leeré este libro en cuanto pueda. Creo que lo amaré, bueno… estoy convencida. Te expresas con gran facilidad. Stefan Zweig amaría tus reseñas. Las mías no dirían nada, mostrarían un constante fangirleo poco decoroso. XDD Solo encuentro a este autor en tu blog, y te lo agradezco mucho. Cuando termines de leer todos sus libros, no dejes de publicar entradas sobre él, ¡tienes que encontrar algo…! Incluso podrías escribir libros en su nombre, y así reseñarlos. 🙂 Aunque no creo que lograrías engañarnos, tristemente. 😛

  • Caminante
    Posted 8 de febrero de 2016 at 7:01 pm

    Esta me la pedí para Reyes con la intención de que fuera la primera novela que leyera del autor… y me la trajeron. Así que a ver si saco tiempo para dedicarle (y encuentro el momento oportuno para hacerlo disfrutándola al máximo).

  • S.
    Posted 8 de febrero de 2016 at 7:44 pm

    ¡Buenas!

    No conocía el libro, pero tiene una pinta muy interesante; el tema en sí me llama mucho la atención, las citas me han gustado y aunque tu comentario sobre el final me ha hecho arrugar un poco la nariz, no lo descartaría por eso.

    Además lo comparas un poco con “Inside Out”, que a mí también me encantó 😀 ♥ Creo que le daré una oportunidad… lo que no sé es cuándo.

    ¡Saludillos! ♪

  • Ailen Garcia
    Posted 9 de febrero de 2016 at 1:17 am

    Hola (:
    No conocía el libro, de hecho estoy segura que no está en Argentina, pero parece interesante. Lo voy a tener en cuenta por si en algún momento lo traen. Lástima lo que dices sobre el final :/
    Gracias por la reseña, saludos!

  • Shorby
    Posted 11 de febrero de 2016 at 1:01 am

    Este no lo he leído, pero lo haré, me encanta el autor =)

    Besotes

  • Carax
    Posted 14 de febrero de 2016 at 8:56 am

    He leído del autor el relato de Mendle el de los libros, y caí rendida a él. Quiero leerlo todo, y por ahora me esta esperando Carta de una desconocida.
    El que hoy nos traes me lo guardo para el final, ya que antes quiero leer todos los libros cortitos que tiene
    Besos

  • juane garcia
    Posted 6 de abril de 2019 at 2:27 pm

    solo cuando uno sufre las dos compasiones puede decir que está vivo. autores como Zweig son los que te muestra el camino de la vida con estas obras. Es el mismo preámbulo una resumen exquisito del libro. Un anaforismo en toda su extensión. Las dos caras de la compasión, un sentimiento que pareciera que pasa de puntillas por nuestra vida. No podemos menospreciarla. Solo cuando uno sufre un mal, siente ese de tipo de compasión sentimental. Pero el verdadero reto que puede cambiar tu vida, es planear sentir la compasión verdadera. Quizá sea lo único creíble del amor. La esencia del amor verdadero.
    Un autor que vivió y murió por y de amor. Un auténtico genio de la naturaleza humana, tan bella con cambiantemente peligrosa. La vida misma en prosa. Solo personas con extrema sensibilidad pueden describirnos con tanta exactitud sentimientos difíciles de entender como el de la compasión

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