La séptima lectura conjunta del grupo de librohólicos anónimos ha sido un clásico cuyo autor desgraciadamente no llegó a ver publicado: El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Esta excelente y completísima edición de Anagrama nos ofrece una nueva traducción que hace relucir con todo su esplandor esta historia en la que cada frase y cada palabra parece medida al milímetro como la distancia entre los cubiertos en una mesa aristocrática, y en la que el ritmo y la cadencia están dotados del cálculo, la sutileza y la solemnidad de un baile real. Sólo había visto tal nivel de precisión y cuidado en el lenguaje en la literatura de Flaubert. A través de múltiples saltos en el tiempo nos acercamos a la monumental figura del príncipe siciliano Fabrizio Salina y, a través de él, somos testigos del declive de una familia y, con ella, de una sociedad de clases y privilegios, a favor del amanecer del mundo moderno. Y el cansado protagonista observa con resignación y pesadumbre el avance inexorable del mundo, que borra las huellas de las personas que lo habitan, sean cuales sean sus apellidos y sus títulos. Y recuerda esos tiempos en los que su cólera era temida, las fiestas no empezaban hasta que él no llegaba, el mar era más azul, el aire más limpio, las mujeres más lozanas, la vida más brillante… “but that was”, como dice la canción de Coldplay, “when I ruled the world”.
- Leer escuchando: Viva la vida, de Coldplay.
- Me ha recordado a: Todo se desmorona, de Chinua Achebe.