Querida A.,
Te estoy escribiendo desde Viena, la ciudad de la música, los cafés y (no menos importante) los Sacher. Es mi última parada en mi viaje por Europa del Este. Viena es una ciudad que te absorbe poco a poco. No es una urbe de postal como Praga, que te deslumbra y te deja sin palabras desde la primera vez que entras en la Plaza de la Ciudad Vieja, sino que Viena poco a poco te abraza y te lleva a imaginarla en los tiempos imperiales. Sus calles limpias, sus edificios señoriales, sus óperas, sus palacios, sus parques, sus iglesias, sus teatros, todo te lleva a pensar en aquella capital del Imperio Austrohungaro obsesionada por el arte que tan bien describió Stefan Zweig en El mundo de ayer.
En 1938, en la Viena ingenua, adormecida y ya subyugada de facto al pérfido e intimidador aliento del nazismo alemán, se ambienta esta pequeña novela (o cuento largo) de Franz Werfel, coetánio de autores como Franz Kafka y Max Brod. El protagonista, Leónidas, es un elegante, cortés y respetado alto funcionario del Ministerio de Educación de Austria. Leónidas, de orígenes humildes, a sus cincuenta años ha conseguido el ascenso social, un alto cargo en el ministerio y casarse con Amelie, una bella, celosa y rica aristócrata, quien rechazó a todos sus pretendientes para casarse con él. Después de muchos años de una vida cómoda, asentada y (yo he intuido) algo anodina, empieza el relato de Una letra femenina azul pálido, el día en que Leónidas encuentra entre la correspondencia una carta con este tipo de letra que reconoce inmediatamente. Esta carta, aunque en apariencia es una más de las muchas cartas con peticiones formales, frías y oficiales que recibe el funcionario ministerial cada día, esconde un secreto, un secreto de su pasado que lo acobarda, que lo paraliza de temor, que, si saliera a la luz, todo lo que ha conseguido, todo el respeto, todos los lujos, su cargo, su esposa, su vida, todo desaparecería.
Una letra femenina azul pálido me ha recordado mucho a las mejores novelas cortas de Stefan Zweig y a otros autores que he leído recientemente como el húngaro Sándor Márai. Werfel narra ya desde las primeras páginas de la novela el hallazgo de la carta escrita en letra femenina azul pálido y, una vez planteado el misterio que mantendrá enganchado al lector hasta el trepidante final, pone el foco en Léonidas, su rutina y en cómo se ve ésta afectada por la carta. Quizás llevo mi interpretación demasiado lejos, pero incluso veo en la carta un destello que despierta a Leónidas de su vida tan confortable como irreal, que lo obliga a ver el sinsentido en el que ha aposentado su vida, que lo lleva a ver las consecuencias de sus actos, la vida con todas sus letras y en perspectiva, todo el tiempo que ha perdido en una carrera fútil, olvidando lo realmente importante. Y Leónidas reacciona como, en realidad, reaccionarían la mayoría de personas ante tal cascada de realidad; huyendo. Intenta desesperadamente volver a la confortabilidad del sueño.
En poco más de cien páginas, Werfel, quien a partir de ahora entra en mi lista de maestros de la novela breve, consigue crear un relato psicológico absorvente y redondo que muestra en toda su desnudez la hipocresía de la alta sociedad austríaca (y, yo añado, no austríaca), que detrás de las formalidades, la elegancia, el esnobismo, los discursos elocuentes, los lujos, los bailes, los fracs y los corsés esconde su debilidad, sus miserias, su cobardía y su egoísmo. Retrata a la perfección la fragilidad de un dudoso paraíso ilusorio en su crepúsculo.
Atentamente,
Jan Arimany.
*
Título: Una letra femenina azul pálido.
Autor: Franz Werfel.
Traductor: Juan José del Solar.
Título original:Eine Blassblaue Frauenschrift.
Editorial: Anagrama.
Páginas: 144.
Precio: 10€
ISBN: 9788433928450.
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